miércoles, julio 12

Lima y los espacios públicos de la Independencia - Cap. 01

La noche del 12 de Julio de 1821, de manera discreta, el Libertador Don José de San Martín ingresa a la ciudad de Lima, y se dirige a la casa del Marqués de Montemira, que estaba ubicada en la esquina de las calles Zárate y Trapitos, hoy jirón Junín con la avenida Abancay. Con esta historia iniciamos una serie de pequeños videos sobre estos lugares que tanto han cambiado con el tiempo, pero que son muy importantes, pues son los pasos de San Martín en esas memorables fechas de nuestra Independencia.

Al centro, esquina de calles Zárate y Trapitos. Foto: Universidad de Tulane

El I Marqués de Montemira fue Don Pedro José de Zárate y Navia Bolaño. Recibe este titulo nobiliario en el año 1776 por el Rey Carlos III debido a su importante cargo como Coronel del regimiento de Dragones de Lima, y por ser un importante terrateniente en el Virreinato peruano. Descendiente de una antigua familia limeña que tuvo residencia cerca al Tribunal del Santo Oficio, exactamente en la esquina siguiente, la de las calles Zárate y Trapitos (hoy esquina de la avenida Abancay y el jirón Junín).


Ostentaba este noble vecino el cargo de Regidor perpetuo del Cabildo limeño, cuando se dan las circunstancias del ingreso del General San Martín a la ciudad, el 12 de julio de 1821. Previamente ese mismo día -según cuenta el marino ingles Basilio Hall-, San Martín se había acercado a la ciudad amurallada de Lima con intención de descansar tranquilamente en un quinta situada a una legua de distancia, sin embargo en ese mismo instante entraron a esta estancia dos frailes que habían logrado enterarse de la presencia del militar argentino, y cada uno le ofreció un discurso, que se cuenta el escuchó con su habitual tranquilidad y sencillez. Sin embargo, luego le comentaron que probablemente mas personas llegarían a ese lugar y el descanso seria algo imposible. Alistó su caballo y acompañado solo de dos ayudantes, San Martín ingresó a la Ciudad de los Reyes dirigiéndose directamente a la casa del Marqués de Montemira.

Don Pedro de Zárate y Navia Bolaño, I Marqués de Montemira. Foto: geni.com

Sin embargo, aquí tampoco tuvo éxito pues pronto se llenó la casa, el patio y la calle, de personas que se habían acercado a conocer al gran Libertador de América, y fue objeto de muchos homenajes y palabras que quedarán registradas para siempre, por ser un acontecimiento único en nuestra historia. Por ejemplo, entre las personas que lograron acercarse a él y dirigirle algunas palabras -cuenta Hall-, se hallaba un joven sacerdote, "alto, huesudo, de faz pálida, con ojos hundidos azul oscuro... San Martín adoptó un aspecto de seria solemnidad mientras oía el discurso del monje, que aplaudía su modo pacifico y cristiano de entrar a una gran ciudad, conducta que, confiaba, seria solamente un anticipo del suave carácter de su gobierno. La respuesta del general fue en su mismo estilo, alzando solamente un poco mas la voz, y era de ver como la manera ceremoniosa y fría del sacerdote se animaba gradualmente bajo la influencia de la elocuencia de San Martín; pues, al fin, olvidando su carácter tranquilo, batió las manos y gritó "¡Viva, viva nuestro general!" "No, no -dijo el otro-, no diga así, pero diga conmigo: ¡Viva la Independencia del Perú!".

Fuentes:
- Las viejas calles de Lima, Juan Bromley. Municipalidad Metropolitana de Lima. Gerencia de Educación, Cultura y Deportes. Edilibros; 2005.
- La nobleza titulada en la América española, Javier Gómez de Olea y Bustinza, 2005
- El impacto de San Martín en el Perú, Basil Hall, Lima 1998