domingo, noviembre 7

El Vuelo de Dean

En los 50, debido a muchas acusaciones de soborno y arreglo entre los arbitros por los partidos de fútbol, se decidió traer a un arbitro ingles que pronto se convirtió en todo en un espectaculo. Su nombre era Charles Dean.


En la década del 50, el fútbol peruano vivía momentos especiales pues la moda del profesionalismo obligó a los mecenas a meter la mano mas al fondo del bolsillo y poder armas grandes escuadras. Se armaron grandes equipos, muchos de ellos reforzados con jugadores traídos del extranjero. Así pasearon su fútbol por estos lares el uruguayo Antonio Sacco, el argentino Paco Croas, el paraguayo Adolfo Riquelme, entre otros.

Antonio Sacco de Sporting Cristal, se ganó el respeto de la hinchada

Los partidos se hacían cada vez mas disputados y crecían las rivalidades. Las broncas en las canchas eran muy frecuentes. Y también en las tribunas comenzó la desconfianza en los arbitrajes, y en las reuniones de la naciente Asociación Nacional de Fútbol los dirigentes se acusaban mutuamente de "robarse" los partidos y de sobornar a tal o cual arbitro.

Entonces se decidió traer árbitros del extranjero y luego de candentes reuniones se definió traer a un colegiado de Inglaterra, el arbitro de primera división Charles Dean. Pronto la figura pequeña, casi escuálida, rubia, de nariz prominente de "Mister Din" como era conocido por el público, se hizo popular, como sinónimo de respeto y consideración, pues el tipo sabia su oficio y nunca se dejo impresionar por las mañas y guapeadas de nuestros criollos futbolistas nacionales.

La autoridad de "Mister Din" supero los linderos de la cancha y llego hasta las tribunas, donde se sabia que estando el "gringo" no habría problemas. Sin embargo el ingles pronto se "acriolló" y en una oportunidad, para evitar suspicacias y posibles visitas en el camerino, pidió ingresar al estadio en un helicóptero. Ya se había ganado el respeto de todos, así que los dirigentes accedieron y "Mister Din" llego a nuestro primer escenario espectacularmente en un helicóptero ante los aplausos del abarrotado estadio.

La gente no había ido tanto por el partido, sino por ver bajar en esa forma al popular referí ingles.

Fuente:
Guillermo Thorndike, Los apachurrantes años 50, Editorial Labrusa 1982